Después
de cenar, Jesús fue a rezar a Getsemaní, el huerto de los olivos, los
tres apóstoles que le acompañaban, en lugar de velar, se quedaron
dormidos.
Esa
misma noche, Judas lo entregó a los soldados con un beso en la mejilla y
se lo llevaron preso, Pedro trató de evitarlo hiriendo en la oreja a
Malco, el criado del Sumo Sacerdote. Jesús reprendió a Pedro y le curó
la oreja.
Tal y como Jesús le había anunciado, Pedro negó hasta tres veces conocer a Jesús antes de que cantase el gallo.
Tras su arresto, a Jesús lo llevaron a casa de Anás, Caifás, Sumo Sacerdote, Pilato, Herodes y, de nuevo, a Pilato.
Jesús
fue condenado injustamente a morir en la cruz porque muchos poderosos
temían sus nuevas enseñanzas basadas en el amor, el perdón y la
misericordia de Dios.
Pilato
trató de liberar a Jesús porque sabía que era inocente: por eso, tras
humillarlo, propuso al pueblo que decidiera entre Jesús y un bandido
llamado Barrabás. La multitud pidió que liberase a Barrabás y
crucificase a Jesús. Pilato se lavó las manos.
Mientras
Jesús llevaba la cruz, una mujer llamada Verónica le limpió la cara con
el pañuelo y se quedó grabado el rostro de Jesús.
Como Jesús estaba agotado y casi no podía llevar la cruz, Simón el Cirineo le ayudó a llevarla.
En cuanto a los dos ladrones que crucificaron a ambos lados de Jesús, uno de ellos
se burlaba de Él, sin embargo el otro se arrepintió y logró el perdón de
Jesús.
Pilato
mandó poner en la cruz de Jesús un letrero con cuatro letras I.N.R.I.
que significaba "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos"
Antes de morir se acordó de sus ejecutores y pidió a su Padre que los perdonase.
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